lunes, 9 de mayo de 2011

Ferreyra es de Altamira

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por José Pablo Feinmann

(del libro El flaco...)








Para la derecha, el gobierno de Kirchner es el «zurdaje». Para el «zurdaje» es apenas otro experimento nacional-burgués-populista que, aliado a la alta burguesía y a las burocracias sindicales, pretende mantener el modelo capitalista sometido al imperialismo. Uno de los que conducen a los pibes que vocean este dislate y hasta arriesgan la vida por él es un tipo que se llama Jorge Altamira. Un curioso revolucionario. Un revolucionario jodón. En pleno menemismo, en plena fiesta impune, en plena joda farandulesca, la vedette Moria Casan, que se confesó después admiradora de Videla, algo que se podía más que sospechar desde hacía largo tiempo, inauguró un programa de tele: A la cama con Moria. Fueron todos los políticos del país. Algunos, como Carlos Auyero, no. Carlos Auyero sabía muy bien quién era quién. Además, su estilo sobrio, y, desde luego, su inteligencia le hacían detectar que el jueguito propuesto por la vedette era parte de la ética y la estética del menemismo. Pero no faltó nadie del inconmensurable boludaje político de los noventa. Y ahí estuvo Altamira. El punto álgido del programa era meterse en una cama con Moria, en la cama de Moria, los dos vestidos, pero haciéndose los piolas, los pícaros, y jugar al juego de la doble intención. Bravo, Altamira. Ni Marx, ni Trotskty ni Lenin se hubieran perdido una joda así. Imaginate, ¡a la cama con ese pedazo de mina! A partir de ese día a Altamira lo bautizaron Altamoria. Altamoria es el que dice que el gobierno de Cristina Fernández es un engendro sindical-burgués y se acerca a Duhalde y a la Pando que nos van dar, qué duda cabe, un Gobierno socialdemócrata y, si Altamoria logra imponer sus cri¬terios, socialista nomás, sin vueltas. Entre tanto, los pibes de este activista meten el cuerpo, arriesgan la vida, y siempre piensan que la revolución (por creer vivir incesantemente en medio de situaciones prerrevolucionarias) está a la vuelta de la esquina. Es la historia de siempre. La historia de la falta de sutileza política de la llamada izquierda argentina, su elemental, constitutiva tosquedad. Todos son iguales porque ninguno se propone derrocar al imperialismo. ¿Por qué? Porque todos son la burguesía. El 7 de mayo de 2003, Luis Zamora dice que es lo mismo votar a Kirchner o a Menem. ¿O acaso alguna de ellos se propone hacer la reforma agraria? En el pasado, el ideologismo extremo los llevó a opciones trágicas para todos, para ellos y para los que recibieron las  represalias de los militares. Cuando los militares dieron el golpe del 76, el Robi Santucho lanzó una Proclama que decía: “¡argentinos a las armas! El ataque a Monte Chingolo aceleró el golpe de Videla y le tendió una alfombra roja hacia el horror. Santucho no tenía la menor idea de nada. Estaba infiltrado hasta en los bolsillos del pantalón. Se abría la bragueta para hacer pipí y en lugar de su pirulín, aparecía un tipo de la S1DE con un walkie-talkie. “Por ahora no abran fuego. El Robi está meando”.Como sea, el Robi Santucho - a pesar del cambio de los tiempos – no habría ido a la cama con Moria. Era un pésimo estratega, un estratega delirante, pero ponía el cuerpo y tenía una moral. Lo mataron aquí luego de una implacable - aunque atrozmente tardía - autocrítica que supo hacer. Firmenich, en México. Vestido de milico. En medio de estos tipos, los que quieren hacer política, los que rechazan los fierros, tienen que moverse con gran sabiduría. Lo peor que puede pasar es la violencia. El descontrol que se busca con los motines, con los escándalos. Altamoria tiene a sus pibes a un paso de los fierros o a un paso de justificar los fierros de los otros, algo que ya ocurrió el pibe Ferreyra. Ese cadáver es tuyo, Altamoria. Hacete cargo. Y punto. (Agencia Paco Urondo)

2 comentarios:

  1. Excelente Nota... Como con Feinmann coincido todo (o apenitas algunas veces difiero en algo, no en esta nota) me dejó sin letras.

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  2. Increíble como le quita toda la culpa a los verdaderos asesinos y la vuelve hacia la izquierda. Ahora que diga que los desaparecidos eran unos perejiles que se la buscaron y ya estamos hechos.

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