martes, 31 de mayo de 2011

"El regreso a un paisaje humano"

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José "Pepe" Sacristán y su homenaje a Antonio Machado



por Hilda Cabrera









¿Por qué Caminando con Antonio Machado: de los días azules al sol de la infancia? ¿Qué hay en esa fantasía de andar acompañado por un poeta querido y admirado? ¿Por qué la mención a un recorrido que parte de una naturaleza marcada por un cielo azul y se define en la claridad de otra geografía? Una mención tan abarcadora moviliza saberes y emociones, y allí está el actor español José “Pepe” Sacristán para transmitir esas experiencias en este recital con textos del poeta sevillano y enlaces propios que estrena el lunes próximo, junto al pianista y compositor Facundo Ramírez, en La Trastienda Club. Sacristán finalizó la travesía que, en tanto protagonista de El muerto y ser feliz, película dirigida por el director español Javier Rebollo, realizó junto a la actriz uruguaya Roxana Blanco y equipo por ciudades y localidades de la Argentina. Una coproducción que incluye a España, como en las películas Roma y la recordada Un lugar en el mundo, donde también actuó.
En diálogo con Página/12, en un café de Palermo, que el actor dice haber convertido en oficina, resume impresiones de ese viaje entre opuestos, por la geografía, la gente y sus condiciones de vida. “La película de Rebollo es la huida hacia delante de un pobre tipo al que le queda ya poca cuerda y decide gastarla andando, moviéndose”, señala este artista de singular trayectoria en cine (donde además dirigió tres films), teatro y TV. En Buenos Aires se lo vio en 1999, junto a Paloma San Basilio, en el musical El hombre de La Mancha (en el Teatro Gran Rex) y en 2008, en Dos menos, junto a Héctor Alterio, dirigidos por Oscar Martínez (Paseo La Plaza). Una pieza del francés Samuel Benchetrit de la que Sacristán guarda un buen recuerdo: “Me gusta esa obra. El autor le hace una pirueta a la muerte. Es inteligente y divertida”, puntualiza.
En Caminando..., la frase que completa el título da cuenta de un hallazgo. Proviene del último verso que escribió Machado y guardó en el bolsillo del gabán que llevó en su tránsito por los Pirineos rumbo al exilio. Ese último verso, “Estos días azules y este sol de la infancia”, sintetizaba, tal vez, la despedida y la nostalgia de “la luz dorada de Sevilla”. Según cuenta Sacristán, uno de los hermanos de Antonio halló el verso en el abrigo poco después de la muerte del poeta. De ahí que el punto de partida del recital sea el deseo de regresar a ese sol de la infancia, perdido para siempre cuando, tras la derrota del ejército republicano, Machado debió emprender el penoso camino del exilio. Entonces emigró junto a su madre anciana, abatido por la desaparición de sus sobrinas, hijas de su hermano José, por la pobreza y los innumerables impedimentos padecidos en la frontera. Aquel exilio, iniciado en enero de 1939, lo condujo hasta el pueblo francés de Collioure, donde murió el 22 de febrero de ese año. Se ha escrito que en ese gabán se encontraron unas cuartetas a Guiomar, pero de esto Sacristán dice no tener noticia cierta. “¡Vaya uno a saber! En lo que sí coinciden los biógrafos es en el hallazgo de Estos días azules....”

–¿Cómo nació esta caminata con el poeta?

–Fue una propuesta que nos hicieron a la pianista Judith Jáuregui y a mí en España, después de mi recitado en una sinfonía de David del Puerto, a propósito del paso de Machado por Soria. Fue con la Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo, junto a la mezzosoprano Elena Grajera y la soprano Carmen Gurriarán.

–¿A quién pertenecen los enlaces?

–Son míos. Se me ocurrió hilvanar el recitado con la música, creando una especie de coloquio entre el piano y el atril. Ahora, al intervenir Facundo Ramírez, cambiamos un poco la presentación. El aportó variantes, y está bien, porque se siente más cómodo y hay que actuar y tocar disfrutando de lo que se hace. Invitamos a nuestro Don Antonio muerto a desandar el camino hacia su Sevilla, y empezamos resucitándolo con Granada, de Isaac Albéniz. En ese echar a andar vamos pasando por sus poemas más íntimos y otros de índole social y política. Es el regreso a un paisaje humano y geográfico, unido por pequeños eslabones, pinceladas apenas.

–O sea que no ha perdido su pasión por la música clásica. ¿Y la zarzuela?

–Lo he pasado muy bien con todos los géneros. He trabajado con la Orquesta Sinfónica Nacional, en Iván, el Terrible, de Prokofiev; con la Orquesta y Coro Nacional de España, en la Sinfonía Nº 13 de Dimitri Shostakovich, recitando poemas de Evgueni Evtushenko, y en otros espectáculos. Es formidable combinar texto y música. Me siento un decidor. No me gusta el término recitador, además, porque Machado no era de andar con grandes gestos. Me lo he pasado pipa trabajando con la Sinfónica Nacional, con la de Tenerife, Las Palmas, la de Oviedo y Córdoba. Zarzuela hice hace tiempo, pero regresé para una función en 2006, un festejo en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Debuté en 1970, en El huésped del Sevillano, luego participé en La Chulapona, La Parranda, El Caserío, Doña Francisquita... Esto cuando era tenor, ahora ya canto abaritonado. He tenido que recuperarme para El hombre de La Mancha. Estuve ocho meses tomando clases con la cantante Inés Rivadeneira. Una cosa es dar un recital y otra es cantar todos los días durante dos años, porque con El hombre... y My Fair Lady trabajamos dos años seguidos con Paloma San Basilio.

–¿Qué poemas incorpora al espectáculo?

–La selección fue hecha por mí y ha sido dificilísima. La obra de don Antonio es inmensa y no tiene desperdicio. He tomado los poemas a Guiomar (cuya existencia real es discutida) y a su mujer Leonor Izquierdo Cuevas (quien falleció de tuberculosis, en Soria, a los 18 años); también sus observaciones sobre proverbios y cantares a propósito del amor y de las relaciones personales, y los paisajes que va transitando hasta llegar al pueblo francés de Collioure: la evocación de la guerra, el exilio, su paso por Valencia, Soria... He procurado evitar todo lo que ha musicalizado Joan Manuel Serrat, porque ese trabajo tiene carta propia: es mitad Machado y mitad Serrat. Por lo demás, tomé todo aquello que mejor informa sobre el deseo del poeta de regresar a su Sevilla natal. La música acompaña al poema o hace de puente entre uno y otro, y es muy variada: composiciones de Chopin, Albéniz, Debussy, Heitor Villa-Lobos, Schumann, Liszt, Mozart, Federico Mompou, María Elena Walsh y Ariel Ramírez. El propio Facundo ha hecho unas improvisaciones sobre temas de Brahms.

–¿Le interesa especialmente el teatro de texto?

–Llevo más de cincuenta años dedicado a esto. Unas veces las palabras son más agradables de decir y otras no tanto, pero me gano la vida a través de ellas. Me gusta cuidarlas, atenderlas, seguirlas...

–¿Qué opina de lo que viene sucediendo en España con los “indignados”? ¿Lo ha sorprendido?

–No, porque esto se veía venir, pero es triste. Es una de las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. He estado leyendo una columna del escritor y periodista Juan José Millás, en El País, de Madrid, que me parece muy ilustrativa de la situación. Nuestra “película” no es la de los políticos que dicen representarnos; es la que se debate en Puerta del Sol, en la plaza de Cataluña y en otros lugares donde se organizan asambleas. Yo estaría ahí, con esa gente, protestando contra los responsables de este atropello. Pero no creo que esto neutralice a la plana mayor de los que hacen política para su provecho. Hemos visto cómo el resultado de las últimas elecciones municipales y autonómicas nos informa del avance estrepitoso de una derecha bastante impresentable. En mi país se sigue legitimando y reivindicando a sus más corruptos representantes.

–¿Cree que estas protestas se agotarán sin hallar respuestas?

–Entiendo que es absolutamente necesario protestar y señalar la situación en que estamos. Creo que el debate pasa por la gente que está en el 15M, que demanda mayor control sobre los políticos, supresión de privilegios, equiparación de los salarios, seguridad en el empleo y tantas otras cosas que proponen. Pero, por otro lado, no podemos negar que muchos millones de españoles han avalado a personajes bastante jodidos.

–¿Los partidos políticos están preparados para encauzar esas demandas?

–Los políticos no son gente rara, están ahí. ¿Y qué decimos de ellos? Que son buenos o que son malos, o que los partidos no nos representan. Pero también nosotros somos responsables. Nos ha costado salir de la dictadura de Francisco Franco y alcanzar el estado de derecho. Me pregunto si somos un pueblo capaz de generar una nueva clase política y actuar sobre ella.

–¿Lo duda?

–Mis dudas tienen que ver con que hace cuatro años, algunos de los que están ahora protestando en la calle aplaudieron a Rodríguez Zapatero y a otros sin importarles lo que estaba sucediendo. Insisto en que es legítimo señalar errores, pero no creo que los cambios se den por afuera del cauce de los partidos políticos y del esquema de lo que se entiende por Estado de Derecho. La solución no pasa por gritar que se vayan todos.

–¿Es un síntoma positivo el voto en blanco?

–Ha habido mucho voto en blanco. Es una forma de protesta, pero el resultado de las elecciones ha sido de una derechización insolente. En este panorama es importante señalar el avance de Bildu, la coalición de izquierda abertzale habilitada para presentarse en las elecciones del pasado 22 de mayo. Este es un buen dato de cara a conseguir la paz en Euskadi. Creo que es el principio de una normalización de las vías independentistas por el camino de las urnas. En Guipúzcoa, Bildu es la primera fuerza política.

El carnet y la burbuja

El actor José Sacristán nació en Chinchón, a 45 km de Madrid, un pueblo taurino que conserva sus tradiciones y celebra fiestas en honor a San Roque y la Virgen de Gracia, y festivales a beneficio de una institución local. Pero la infancia de Sacristán no transcurrió íntegramente allí. Sus padres se trasladaron a Madrid cuando él tenía seis años. “Mi padre había salido de la cárcel y lo desterraron. No podíamos volver al pueblo. Lo habían apresado por ‘rojo’. Era republicano, miembro de la Unión General de Trabajadores (UGT) y después militante activo del Partido Comunista”, puntualiza Sacristán, quien también fue afiliado al PC. “He tenido carnet, pero he sido siempre un pésimo militante. No me ha gustado obedecer consignas. El carnet me lo entregó en mi propia casa, y para emoción de mi padre, el secretario general del Partido, Santiago Carrillo.”

–¿Fue en la época del eurocomunismo, cuando Carrillo condicionó la política exterior de la Unión Soviética?

–Carrillo y también Enrico Berlinguer, del PC italiano, y Georges Marchais, del francés. Todo eso se vino abajo, y ahora tenemos este otro batacazo de una Europa derechizada.

–¿Cómo ve al socialismo en España?

–Desprestigiado. Como ya he dicho, estas manifestaciones son legítimas, testimoniales, pero no veo que pase por ahí la solución para esta crisis provocada por filibusteros. ¿Cómo es posible que los españoles no se dieran cuenta de que vivíamos en una burbuja? Tenemos casi 5 millones de parados. Hay un libro muy interesante de Vicente Verdú, El capitalismo funeral. Lo que viene a decir es que estamos pasando por una tercera guerra mundial encubierta. No hay muertos físicos, aunque hay muertos laborales, sociales, morales. Este “capitalismo de casino” se ha encargado de implicar y enmerdar a todos. Esto es producto de irresponsables, ¡qué duda cabe! Pero, aquí, inocentes hay muy pocos. Me pregunto a quiénes aplaudían y celebraban hace cuatro años algunos de los que ahora protestan. Si fuera posible señalar a los responsables, sería más sencillo; pero, desgraciadamente, es imposible, porque todo está impregnado, contaminado.

                                                                                    (Pagina 12, 30-5-2011)

1 comentario:

  1. Sacristán estuvo muy bueno y lúcido como siempre.
    Habla de una derechización insolente y tiene razón... Como insolente fueron las medidas de Rodriguez Zapatero aceptando imposiciones externas...
    Los jóvenes en España están volviendo a la política, basta leer los manifiestos del SOL (aunque algunos puntos considero inviables). Seguro que falta, pero como indica el mismo Sacristán, hace cuatro años aplaudían sin imaginar siquiera que Zapatero iba a aceptar el “apriete”...
    De hecho, el descontento quedó (mal) demostrado en las elecciones ¿por qué se inclinaron a la derecha?... Creo que la izquierda sigue siendo sectaria y los jóvenes no se sienten representados. Se me ocurren mucho más politizados que los jóvenes en Argentina 2001...
    Creo que las manifestaciones son importantes, como también que pueden ser ser monopolizadas por los indeseables... Hay que observar como continúa ya que no veo conducción... Pero que se movilicen los jóvenes es importante tal vez surja algo interesante...

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