del libro de Sandra Russo "La Presidenta"
El Gobierno, la pelea, la decisión
"A mi en el 2008 me quisieron destituir. Si. No tengo ninguna duda. No habían querido que fuera candidata. Fundamentalmente el Grupo Clarín. Magnetto lo había ido a ver a Néstor a Olivos y le había dicho que no me querían como candidata. Se lo decían a todo el mundo. El otro día me vengo a enterar... Preguntále a Florencio Randazzo, pedile que te cuente cómo era, cuando él estava convencido de que yo iba a ser la candidata, Felipe Solá le decía "no, eso se cae, mirá que yo hablo con Alberto Fernández y me dice que eso se cae". Y Randazzo le decía "pero mirá que yo hablo con Néstor y es la candidata", y el otro le insistía que no, que yo no era. El Grupo estaba ejerciendo mucha presión, eso yo lo sabía. Lo que no sabía era que el vocero del Grupo, hacia adentro, era nuestro jefe de Gabinete.
En el 2008, la 125 pasó de ser una desición política aislada a ser el eje de discusión de todo el modelo económico y social. Por eso digo que fuimos obligados a la pelea. La situación nos obligaba a pelear para defender el Gobierno. Vos prendías la televisión ese año y escuchabas las cosas que decían de mi y de Kirchner, y nunca se las habían dicho a nadie. A nadie. Nunca. Yo puedo hacer discursos con contenidos fuertes, pero son conceptos. Me devolvían agravios personales, uno atrás del otro. Se me negaba hasta el derecho a defenderme. Cuando critiqué la caricatura de Sábat, en la que yo aparecía con la boca tapada y Néstor en mi cerebro, o cuando apareció Moyano con las manos atadas y manchadas de sangre... No, el hecho de ser un excelente caricaturista no te pone en un lugar intocable. Ahí tuvimos una diferencia con Horacio Verbitsky, que salió a decir "no, con Menchi no". ¿Y por qué Menchi conmigo si? ¿Por qué no puedo opinar sobre un dibujo que me ofende? ¿Por qué esos excelentes caricaturistas nunca han retratado a la señora de Noble dándole la mano a Videla? ¿Eso no se puede decir, no se puede observar, hay que callarse?.
Néstor salió a defenderme, claro, aunque renegaba de Lousteau. Para evitarme costos políticos a mí, él ya había aumentado las retenciones. La medida, la 125, la trajo Lousteau, lo consultamos con Alberto Fernández, le preguntamos al chico si estaba seguro y él decía que sí, que la soja no era el problema sino el maíz y el trigo. En fin. Hasta desconocía dónde estaba la verdadera rentabilidad. Yo todavía me pregunto por qué lo nombré, y por qué Alberto... De él vinieron las dos designaciones que yo creo fueron errores de mi gestión: Lousteau y Graciela Ocaña en el Ministerio de Salud. Yo me hago cargo de las designaciones, pero en los dos casos hubo impericia. No pongo en absoluto en duda su honestidad ni mi crítica alcanza a sus personas, pero fueron errores. El manejo de Ocaña de la crisis de la gripe A y el dengue fueron... No puede haber alguien al frente del Ministerio de Salud que no sea médico. Y ella me lo reconoció. Me pareció muy lúcida cuando se fue, reconoció que yo me equivoqué al designarla y ella al aceptar.
En el 2008, con Néstor intercambiábamos reproches, era la pelea del año. El me echaba en cara la designación de Lousteau, y yo le contestaba: "Pero a Lousteau lo pude echar. ¿Qué hago con Cobos, que me lo pusiste vos?". Era la misma pelea, repetida muchas veces, después hasta la abreviamos. El decía "Vos y Lousteau" y yo le contestaba "Vos y Cobos". Y se tenía que callar la boca. Pobre.
La mañana del 17 de julio de 2008 fue terrible. Fue el día del voto no positivo. Estábamos en Olivos, viendo los debates por televisión con el Corcho Scochimarro. En un momento yo no aguanté más y dije: "Me voy a dormir, total ya sé cómo va a votar Cobos". Estaba segura de que nos iba a votar en contra. Las mujeres tenemos esa percepción fina, una genética especial para dtectar las traiciones. Néstor decía que no, que a íltimo momento iba a votar con nosotros porque firmaba parte del gobierno. Yo subí y ellos se quedaron abajo, mirando la sesión. Me dormí, y a eso de las cinco de la mañana, me despierto, toco la cama estaba vacía. Éste dónde está, me pregunté. Mirá cómo estaría que bajé rápido, en piyama, y ahí lo ví, derrumbado en un sillón. Hay cosas que son imperdonables, no desde lo personal, desde la Historia. Lo agarré del brazo y le dije: "Vos te venís a dormir ahora, ¿me escuchás? Ahora". El estaba profundamente perturbado. Los otros me vieron la cara y dijeron: "Sí, sí, vamos todos a dormir". Me lo llevé a la cama. El sentía que me había fallado. Antes de dormirse me dijo algo que no voy a olvidar nunca. Me dijo: "Siento que ya no te voy a poder proteger". Porque lo que él hizo cinmigo toda la vida fue un enorme ejercicio de protección. A mi a veces me daba rabia, porque me trataba como si yo fuera de cristal. Pero bieno, son cosas de la pareja. Los hombres tienden a proteger. Bueno, no todos. Yo tuve nucha suerte con mi compañero.
Cuando vi la embestida, la verdad, no dudé. No pensamos nunca en retroceder ni en negocial ni en hacer un gobierno débil. Me refiero a lo que me vengo refiriendo desde que empezamos a hablar. A las convicciones. A lo que me parecía lo mejor para el país. Yo me planté y bueno, dije, si me echan, que sea por lo que pienso y hago, no por lo que no me animo a hacer. No me iban a echar por débil. No quise ser como Alfonsín, que se terminó yendo después de haber hecho lo que no quería. Eso sí que no. Ni por estúpida, porque me estaban suvestimando.
Yo ya había empezado las reuniones con la Coalición por una Radiodifusión Democrática, el colectivo que durante años elaboró los 21 puntos originales del proyecto de la Ley de Medios. Quería interiorizarme. Alberto Fernández me preguntaba: "¿Qué bas a hacer con eso?" "Nada", le decía yo. "Me interesa". "Mirá que a Clarín no le interesa", me decía, y yo le contestaba: "No lo hago por si le interesa o no le interesa a Clarín". Varias veces cruzamos ese diálogo. Era tenso. Terminé diciéndole: "Y si al Grupo no le interesa para qué te hacés problemas vos". Empezamos a trabajar más fuerte con la Coalición, pero creo que ellos tampoco creían que lo íbamos a llevar adelante. Nadie creía que nos íbamos a animar. Seamos sinceros. Nadie.
Tampoco creian en el Fútbol para Todos. En realidad, si uno lo mira en perpectiva, en términos de cambio y transformación de las costumbres, eso fue muy fuerte. En este país había chicos de veinte años que nunca en su perra vida habían podido ver el partido en sus casas. Tenían que ir al bar de la estación de servicio a ver el partido. El que no tenía cable, tenía que salir de su casa para ver el fútbol, porque mirá, se habla de pan y circo, pero a la gente pobre ni el circo le habían dejado. El que no tenía cable no veía el partido o no veía los goles. Estaba naturalizado. El Fútbol para Todos implicó una democratización muy visible, literalmente. Porque le cambió la vida a mucha gente. Hoy el fútbol se ve en familia. Fue más fuerte incluso de lo que pude preveer cuando los directivos de la AFA vieron que estábamos dispuestos a tomar decisiones que nadie había tomado hasta entonces. Alguien a quien prefiero no nombrar, para no incendiarlo, vino y me dijo: "Te puedo hacer el contacto". "Hacélo", le dije. A los dos días nos reunimos con Grondona y otros directivos en Olivos, a las diez de la noche, y cuando estábamos hablando yo encaré a Grondona y le pregunté: "Qié pasa si álguien le ofrece más plata que el gobierno. ¿Usted acepta?". Y él me contestó: "No, señora, yo voy a arreglar con usted. No dude de mi palabra". Decidí confiar.
Otra medida definitoria fue recuperar los recursos de los trabajadores. Eso parecía imposible, y creo que si lo hicimos fue por el envión del 2008, cuando el mundo se vino abajo. Por eso yo lo valoro tanto a Amado Boudou. Porque fue él el que vino a traerme esa idea. Era un feriado. Me llama Massa, que era el jefe de Gabinete. Massa tiene una cosa... Cuando algo lo supera, cuando se pone nervioso, se rie sin parar, pero casi histéricamente, pobre, no puede parar de reírse. Ese día me llamó muerto de risa, me decía que estaba con Amado, que Amado se había vuelto loco y que quería comentarme una idea. Bueno, le dije, vengan. Fuimos a la Jefatura de Gabinete. Si, era feriado. Porque llegaron de sport. Llegan los dos. Amado me dice, mientras Massa se sigue riendo: "Presidenta, el mundo no va a volver a ser lo que fue. Tenemos que ir por las AFJP". Le pregunté cómo sería. Y empezó a desplegar hojas y hojas, a explicarme. Massa muerto de risa. Le dije a Amado: "Me gusta, pero llamemos a Kirchner para ver qué opina". Y ahí mismo lo llamamos y le pedimos que fuera a la Jefatura. Estábamos sentados en mi escritorio. Néstor vino y se paró detrás, en el medio, y Amado volvió a desplegar las hojas y explicarle el proyecto. En ese momento el Estado estaba pagando el 60% para que las AFJP cumplieran con el pago de las jubilaciones mínimas. Nunca me voy a olvidar ese momento. Néstor escuchó todo en silencio, y cuando Amado terminó de hablar, no dijo nada. Primero le tendió la mano, y mientras se la estrechaba le dijo: "Estoy totalmente de acuerdo". Para nosotros fue una noche muy importante.
Néstor ya lo había pensado, incluso creo que llegó a analizar la recuperación de los fondos previsionales con Lavagna. Pero no se animó. En dos años hemos duplicado los fondos que ellos juntaron en doce. Era un negocio impresionante. Muchas de las cosas que hicimos ya las habían pensado otros, pero no se animaron. Pasó con la Asignación Universal, con la regulación de las prepagas, con Aerolíneas, con el Matrimonio Igualitario, con tantas cosas. Con cada una nos fueron diciendo oportunistas. Pero son nuestras ideas de siempre. Dijeron que éramos oportunistas con el matrimonio igualitario, por ejemplo, y ahora por suerte apareció esa vieja nota que le hizo Juan Castro a Néstor cuando era gobernador, y él se pronuncia a favor de la adopción de chicos por parte de parejas homosexuales. En todo caso, lo que aprovechamos es la oportunidad del poder, la usamos. Lo dijo él en su discurso inaugural, pero yo lo escribí y lo sentí siempre. Uno no llega hasta acá para dejar las convicciones en la puerta...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario