por Lic. Exequiel Kay
El destacado especialista en criminología, Dr. Elías Neumann, participó de la presentación del libro “Derechos humanos, teoría y realidad” de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Santa Fe y brindó una conferencia bajo el título “Neoliberalismo: exclusión social y derechos humanos” ante un nutrido marco de público en la X Feria del Libro de Santa Fe.
Profesor de Grado y Posgrado en Criminología, Victimología y Control Social de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Neumann vertió claros conceptos en relación a temas candentes en la Argentina de hoy: las pésimas condiciones de las cárceles, la persistencia de un modelo económico de exclusión, la necesidad de una policía para la democracia y la inseguridad.
A partir de una anécdota junto a niños santafesinos que invitaron a escuchar cuentos a los adultos que caminaban por estos días en la peatonal de la capital provincial, Neumann interpretó que los infantes trasmitían uno de los apotegmas del liberalismo político de finales del Siglo XVIII: la fraternidad humana. “La fraternidad humana que junto a la igualdad y a la libertad, forman una trilogía formidable, que pienso debería encabezar la primera de ellas en todo lo que hagamos desde el punto de vista de las Ciencias Sociales” reflexionó.
Después de agradecer al titular de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, Carlos Bermúdez, quien estaba acompañado de los autores del libro citado, el especialista destacó que lo único que tiene Argentina de primer mundo es ese artículo 75 inciso 22 de su Constitución Nacional donde aparece la protección de los derechos humanos del hombre, de la mujer y de los jóvenes.
La referencia permitió elogiar los contenidos de la obra de esa repartición del gobierno de la provincia de Santa Fe, a partir de lo cual sostuvo que “la humanidad vive un momento doloroso que debemos captar en toda su dimensión”.
¿Importa el ser humano?
Neumann reseñó que desde hace tres décadas se dejó el sistema capitalista de producción y consumo para dar lugar a un capitalismo financiero y de servicios. Uno de los tópicos abordados en ese sentido, fue saber si el sentido ético de la vida humana es similar en uno u otro capitalismo.
“Esto es, saber si el ser humano interesa” disparó, para saber si se necesitaba al hombre como antes, en su lugar de eslabón del sistema de producción. “El ejemplo que se me ocurre –señaló- es el de la llamada readaptación social del delincuente. Y por supuesto que soy partidario de la readaptación social de la víctima, esa que queda a la intemperie emocional, psíquica, emocional, tras un hecho delictivo, donde el Estado debe defender a sus ciudadanos y tiene corresponsabilidad por la falta de seguridad”.
Tras insistir en su interrogante sobre si se respeta ese sentido ético, sostuvo que es importante “avizorar este cambio estructural con nuevas situaciones donde nuestro discurso puede quedar obsoleto”.
“Empecemos diciendo que la principal violencia que se sufre en nuestro país y otros países latinoamericanos, es el hambre. Hablamos de la inseguridad, pero omitimos hablar del hambre” remarcó, al tiempo que advirtió que “se nos ha hecho creer que existe una sinonimia absoluta entre delito callejero y urbano y violencia. Cada vez que se habla de violencia se omiten la violencia del hambre y el hecho concreto de otras violencias”.
En ese sentido, expresó que debemos pensar “que mirar esa violencia es mirar hacia abajo, pero no miramos hacia arriba para conocer de las violencias de la corrupción y el soborno, de los delitos económicos, de los fraudes administrativos, de esa violencia que ocurre entre las alfombras rojas, violencias que dejan a miles de personas sin trabajo, violencias que llevan al hambre…”
Condenar a la pobreza
El criminólogo agregó que existen otras violencias que pertenecen a los delitos de polución de las tierras, atmósferas y aguas, la falsificación de medicamentos y alimentos, los delitos de instigación al odio racial, religioso y sexual, los delitos tecnotrónicos, cuyos autores “no llegan a la cárcel” lamentó.
Luego se preguntó si estas personas podrían ser readaptadas socialmente y más aún “los de abajo”. “Readaptar quiere decir que alguna vez estuvieron adaptados, adaptados a qué me pregunto, con un mundo que los arrojó a la delincuencia, al que deben volver cuando salgan de la cárcel” reflexionó.
“Y me pregunto –insistió- ¿socialmente?, sí, socialmente los de abajo, los delincuentes fracasados, los que pueblan las cárceles, los otros parece que fueran superhéroes del delito”.
Neumann comentó una anécdota acerca de un cartel que se lee en los reclusorios mexicanos, escrito por un viejo preso: “En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se condena al delito, se condena la pobreza”.
“De modo que tenemos que ubicarnos en esta nueva situación y saber de otra temática que también es nueva en la historia –alertó-: la presencia de los excluidos sociales”. El Dr. Neumann afirmó que los excluidos sociales están por debajo de la esclavitud. “En toda la historia, cuando hablamos de esclavos, hablamos de personas que tienen trabajo. El esclavo tiene proyecto: su libertad. El excluido social no tiene trabajo, no tiene proyecto, cada vez cree menos en la vuelta a esa dignidad que le daba el trabajo”.
“Con énfasis –añadió- debemos afirmar que cuando hablamos de excluidos sociales debemos pensarlos como seres humanos que todos los días despiertan y no saben si ese día van a comer. Tampoco tienen medios para llevar comida a sus casas. Y me pregunto y les pregunto: ¿se trata de seres libres?”.
A partir de ese interrogante aseguró que el deber del hombre de derecho “es tratar de advertir que cientos de miles de personas que son los instituyentes del Estado no conocen los derechos humanos”.
“Los derechos humanos deben ser el norte –alentó-, nos hablan del hombre por su sola virtualidad de ser. Sin embargo, para estas personas que menciono, los derechos humanos son metafísicos”.
Doctrina de la seguridad ciudadana
Neumann -de reconocida trayectoria académica en América Latina- explicó que la historia del derecho penal enseña que no es con penas severas como se pueden limitar los efectos de las realidades sociales. “Penas severas en un país como este que viene de una dictadura militar cruenta, es la pena de muerte: no está legislada y es extrajudicial, la aplica la policía y se la ha denominado gatillo fácil”.
Más adelante puso reparos sobre la creación de una doctrina de la seguridad ciudadana para dar lugar a un estado penal, “autoritario de la democracia”, que busque reprimir “al delito y a los pobres”. Para Neumann, “ese es el meollo del control social actual”.
Un estado penal precisó, “sobre determinadas personas”, muchas de las cuales están desesperadas, proclives a la “delincuencia de la miserabilidad”. Neumann aclaró que pobreza y delincuencia no son sinónimos, pero dijo que “la desesperación conduce a los atajos del delito y las adicciones”.
Finalmente, tras comentar una anécdota sobre un manual del Banco Mundial sobre Sida, que detallaba con precisión la conformación de los cócteles de drogas para los enfermos de HIV pero con los precios de cada uno debidamente aclarados, concluyó: “El sentido ético de la vida humana y la dignidad, principales derechos humanos, ha sido cambiado por un problema de costo-beneficio”.
La nota no tiene desperdicio, gracias por el post.
ResponderEliminarEl sentido ético de la vida humana está tan devaluado que una vida de pobre, vale menos que un casete…
Desde el momento que se habla de crimen en “defensa propia” dejamos traslucir cuáles son los valores de nuestras sociedades.
En muchos casos, “la defensa propia” es la defensa de un bien material renovable en dos o tres años...
Determinadas personas caducan antes.
Se toman como modelo de violentos a los sectores más castigadas por la violencia de “arriba” porque los de “arriba” son los que dominan e imponen sus modelos.
En el modelo de violencia impuesto se señala que las conductas violentas son las de los dominados cuando éstas son reacción a la verdadera.
Es mucho mas grave la violencia de “arriba” porque abarca a toda la sociedad, no tiene límites porque ellos ostentan el poder, hicieron las leyes, tienen los medios de comunicación, tienen la fuerza “legal” y todo lo que necesiten para el control social, y para eso son “creativos”.
También tienen el título obtenido en Harvard u otro igualmente prestigioso mientras los atacados apenas pueden pedir trabajo (sin saber muy bien cómo pedirlo)y un salario un poquito digno que les permita algo menos que lo elemental.
Para los poderosos, readaptar significa someterse pacíficamente al hambre y a la violencia de arriba.
Es sólo un pensamiento (coincidente con el mensaje) que me surgió al leer el post.
Un abrazo